Inquietante juego
Por Carlos Pacheco
La máquina idiota / Texto y dirección:Ricardo Bartís/ Elenco: Fabián Carrasco, Facundo Cardosi, Flor Dyszel, Gustavo Sacconi, Hernán Melazzi, Dana Basso, Luciana Lamoglia, Mariano González, Matías Scarvaci, Martín Kahan, Nicolás Goldschmidt, Lucía Rosso, Pablo Navarro, Rosario Alfaro, Darío Levy, Sebastián Mogordoy, Sol Titiunik/Sonido: Fabricio Rotella/ Vestuario y realización de escenografía: Paola Delgado/Sala: Sportivo Teatral.
Nuestra opinión: muy buena
Mordaz en sus cuestionamientos, aunque sin dejar de lado una sonrisa cómplice que obliga al espectador a múltiples reflexiones, el nuevo proyecto de Ricardo Bartís expone un friso decadente sobre la actual realidad teatral, rindiendo homenaje a algunos maestros y burlándose de ciertos estigmas que han marcado la creación escénica contemporánea. No deja de lado la historia: el peronismo se cuela en este mundo de espectros en el que proliferan distintas voces y reclamos.
Al lado del Panteón que la Asociación Argentina de Actores posee en Chacarita, existe un ámbito -un anexo- en el que intérpretes de una supuesta menor calidad esperan ser considerados para ingresar en el lugar oficial. Allí subsisten sin ser atendidos, pero expectantes, tratando de sostener en alto sus ideales y unas pequeñas capacidades artísticas. La Asociación los convoca para participar de los festejos de octubre. Entonces se disponen a preparar una representación. El ajetreo es mucho.
Si una máquina (la del tiempo) los ha dejado sin vida, otra (la burocrática) los acumula en un espacio hostil. Pero aparece una tercera -la de la representación- que les aporta un soplo de esperanza. La pena es que entre textos deshojados, versiones incompletas y procedimientos teatrales repetidos hasta el cansancio, ¿qué será lo que aplaudirá el público? Alberto Ure, a quien se recuerda en el programa, dijo alguna vez: "El público lo aplaude todo, los vestuarios, las butacas, el decorado, aplaude su presencia, su existencia como tal. Se aplaude". Fin de la cita y una realidad que se completa. Algo más: Eva Perón deambula por la escena, perdida, actuando lo que ya no puede actuar.
La máquina idiota es una experiencia muy vital. Abre muchas preguntas sobre lo teatral y opina sobre cuestiones intrínsecas a la creación, su desarrollo, su carácter poco innovador y menos aún provocador, en estos tiempos. Un disparador verdaderamente inquietante para quienes reflexionan sobre los procesos teatrales.
Los intérpretes logran dar vida -aunque resulte contradictorio- a un grupo de seres verdaderamente desterrados de toda existencia (física, espiritual, artística). Gastados hasta la médula logran armar un juego creativo, sugerente. Pequeños retratos pintados con fuerte intensidad que componen un mundo del que resulta muy difícil quedar aislado..
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